Por aquel
entonces yo solía tener la autoestima muy baja un chico sin remedio abocado a
no realizar sus sueños, un taciturno mirando
a las sombras de las nubes en el mar que conseguía imaginar un hipotético tú y
yo que solo sabían brillar pero que eran capaces de desprenderse en cenizas por
solitario, con la habilidad de capturar para siempre el iris del otro y bailar
al son de algún que otro charco de agua, idealizando cada situación que se le
pasaba por la mente; disipándolas con cada pestañeo, cada chispazo de neurona…
Recuerdo el momento que conseguí transfigurar
mi miedo en valor tomando ya por obvio lo que aún no sabía. Tonto de mí que no
sabía lo que le esperaba en un futuro no demasiado lejano, sería capaz de
conseguir brillar con una luz especial pero que no sería capaz de hacerlo sin
compartirla con alguien que lo fuera mucho más aún.
0 comentarios: