Tuvimos tanto miedo de hacernos daño que nos olvidamos el uno al otro desaprendiéndonos, olvidando esos pequeños detalles, como el número de pasos que hacían falta para llegar desde mi cama hasta la puerta; y esta vez espero que en el fondo te arrepientas de haberte dado la vuelta, de haberme ignorado en vez de hacerle frente. Solo espero que aún te quede un ligero esbozo de lo que fuimos juntos, de lo grande que me hacías parecer cuando me lo permitías y de lo diminuto que solía ser cuando salíamos a ver llover.


Adrián Pérez García
Todo lo que sabes sobre mí, es mentira
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