Tenía un amigo que me decía que la vida es de un solo viaje
y destrozaba corazones, tenía miedo de corromperse y de olvidarse de la persona
que lo protegía. De no reencontrarse en sus abrazos, como un destello que ya se
ha olvidado de brillar. Sabía bien mantenerse al margen evitando así caer a la
merced de su ya minada moral y solía decir que estaba bien, pero ardía en
deseos de intoxicarse con su fragancia (estoy bien) resonaba en su cabeza, era
algo más que un disfraz donde esconderse; era una mentira que con sus carencias
quedó convertida en realidad. Una realidad incluso más dolorosa, que presentaba
síntomas de convertirse en crónica.
Ahora solo sé que se mueve frágil por las calles, algunos
dicen que ya ha perdido su corazón; que salió flotando como un diente de león
durante una gran tormenta. Espero que alguna vez recuerde que no solo perdió su
esencia, perdió todo lo que le quedaba de viaje.
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