Ella era extraña, con un gran poder para alterar equilibrios
perfectos y estados de ánimo, era muy hábil con el juego de palabras pero a la
vez torpe para ordenar sus ideas (como los grandes genios), rara vez se la veía
triste pero se encontraba en una encrucijada continua de sentimientos
que corrían cada uno a mayor velocidad que el anterior que chocaban o
implosionaban, que aparecían o se escondían, aunque todos extrañamente se
tranquilizaban cuando aparecía él.
Él era extraño, no pretendía brillar, quizás esa era una de
sus mayores virtudes; que normalmente se le volvía en contra (ya que aún sin
pretenderlo tenía chispa), era todo lo que otros envidiaban. Solía tener una
vida bastante controlada hasta que todo giró, conoció a su Bonnie y como
dos forajidos comenzaron a complicarse la vida el uno al otro, entrelazando sus
hilos hasta tal punto que se anudaron. No hubo manera de desligarlos.
Ambos eran felices a pesar de ser una pareja tan
compleja, Ella seguía siendo tan inestable como siempre y él se le asemejaba
cada vez más hasta que ambas vidas tocaron puntos de inflexión y mientras más
se parecían el uno al otro más se separaban hasta que un día mágicamente nunca
más se echaron de menos como si hubieran sufrido una amnesia, un sueño, quizás
una pesadilla o como si hubiera sido una estrella fugaz la que les
hubiera cegado la memoria. Quizás perdieron su esencia después de tanta intoxicación,
quizás no supieron mantenerse a flote después de tanto daño, quizás...
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